viernes, 18 de junio de 2010

Novela contemporánea


La prosa contemporánea en Latinoamérica por Hilda Lucci.La prosa no experimenta, al menos a principios de siglo, transformaciones tan tajantes como la poesía. Se siguen cultivando el relato modernista, más o menos subjetivo y preciosista, y la novela realista y naturalista de finales de la centuria anterior.Más tarde –por influencia de franceses e ingleses– aparece el relato psicológico y, tras él, se vuelve al Naturalismo; pero, de tal género, que el autor se sitúa en la realidad de la obra, se limita a narrar lo que ve como espectador, y abandona la posición omnisciente propia de la novelística anterior. Gran prócer de la literatura venezolana y de la novela americana es Rómulo Gallegos (1884-1969), político caraqueño que ocupa la presidencia de la República en 1948. Después de varias obras: Reinaldo Solar (1920) y La trepadora (1925), se revela como magnífico novelista en Doña Bárbara (1929), de fama internacional. Situada en el marco salvaje y grandioso de la sabana venezolana, admirablemente descrita, relata la vida, áspera y brutal, en una hacienda; la domina la protagonista, apasionada mujer de arrojo varonil. Más poética y menos novelesca, Cantaclaro (1934) narra la historia de un cantor de los llanos, en la que adquieren importancia los elementos costumbristas y folklóricos. En Canaima (1935), nombre del demonio maléfico de la selva, presenta a un hombre que deja la ciudad por la selva, y a su hijo, que vuelve a la civilización; en esta novela el autor se muestra más preocupado por los problemas de su patria que por la técnica novelística. Relatos posteriores de Gallegos son Pobre Negro (1937), Sobre la misma tierra (1943) y La brizna de paja en el viento (1952). Al colombiano José E. Rivera (1889-1928) se debe una impresionante novela titulada La vorágine (1924). Es la historia de un joven poeta, Arturo Cova, que huye con Alicia, a la que ha seducido, pero a quien no ama. Con el tiempo se enamora de ella. Abundan las vigorosas descripciones de las espesas selvas, las costumbres de los indios y las infrahumanas condiciones de vida de los extractores de caucho; junto a ellas, tiene intenso valor la plasmación de la personalidad del protagonista, cuya sicología se expresa a través de las memorias del propio Arturo Cova, halladas y publicadas por Rivera . La prosa, llena de metáforas y personificaciones, está pletórica de fuerza. Eduardo Barrios (1884-1950), chileno, surge como maestro de la novela psicológica en El niño que enloqueció de amor (1915), Un perdido (1917) y El hermano asno (1922). Su obra maestra, Gran señor y rajadiablos (1948), refiere la existencia de una especie de señor feudal, soberbio, católico y temible, y, de paso, describe la vida en el campo chileno, las costumbres locales y la historia política. Se denota una falta de trama que una los episodios; no obstante, tiene altos valores literarios, sobre todo en la prosa, rica y brillante. De Chile, también tenemos a José Donoso , uno de los principales exponentes del “boom" literario de Latinoamérica en la década del sesenta. Lejos de su Chile natal, desde el exilio, desarrolló su más celebrada y recordada obra novelística. Su primera novela, Coronación (1958), pintó la decadencia de la aristocracia criolla a través de una crítica que se repetiría en obras posteriores como Este domingo (1966), donde vuelve sobre el mismo tema. Fue una de las figuras centrales del auge literario latinoamericano, desempeñando un papel renovador en la literatura de su país, donde prevalecía la estética del criollismo. En 1972 escribió Historia personal del boom , donde narra las memorias y analiza el fenómeno de este grupo de escritores. Además de las obras citadas, publicó Veraneo y otros cuentos (1955), El charlestón (1960), Cuentos (1971) y Taratuta (1991). A pesar de sus anteriores publicaciones, la fama del argentino Ricardo Güiraldes (1886-1927) se cimienta en una sola obra: Don Segundo Sombra (1926). Es el relato, en primera persona, de Fabio Cáceres, muchacho huérfano que se siente fascinado por la fuerza de carácter del conductor de reses don Segundo y aprende el oficio a su lado. Inesperadamente, Fabio sabe de su verdadera identidad, se hace rico y puede educarse, con lo que se salva la verosimilitud, ya que un campesino sin educación no podría escribir con la prosa de Güiraldes . Más que el argumento, lo que atrae son las magníficas descripciones de la vida en la pampa, los rodeos, la doma, los duelos y los retratos de los protagonistas, en especial de Don Segundo. El estilo es de gran lirismo y a él se suma lo expresivo del habla de los gauchos. El también argentino Benito Lynch (1880-1951) goza de suma popularidad, gracias a novelas en las que se muestra excelente paisajista y hábil psicólogo. La acción de sus argumentos suele ser rápida y violenta. Sus principales títulos son Los caranchos de la Florida (1916) y El inglés de los güesos (1924). Escribe relatos breves y cuentos: Palo verde (1925), De los campos porteños (1931), etc.En Uruguay , uno de los novelista más destacados es Juan Carlos Onetti (1909), de gran imaginación creadora en La vida breve (1950) y El astillero (1961).Verdadero cronista de su ciudad, Montevideo, y de su tiempo, el uruguayo Mario Benedetti es un prolífero intelectual –aproximadamente 80 títulos publicados– que transita la crítica literaria, el ensayo, la poesía y, por supuesto, la narrativa. El autor de La Tregua , Gracias por el fuego y Poemas de la Oficina fue nombrado recientemente Doctor honoris causa por la Universidad de Alicante.

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